Juan Román Riquelme mide cada uno de los pasos que da. Sabe cuándo callarse, sabe cuándo presionar y sabe qué golpes de efectos puede dar. Eso mismo fue lo que hizo al confirmar que jugará en Argentinos, el club que lo vio nacer.
Desde antes que terminara el certamen, el ídolo “xeneize” comenzó a presionar a los directivos. Amenazó con irse a otro club si no le firmaban un contrato de cuatro años -una locura si se tienen en cuenta sus 36 abriles-. Después pretendió que los dólares de su contrato sean los del mercado paralelo y no el oficial, como debe ser. Y cuando estaba todo por cerrarse, otra vez planteó cambios que los directivos no aceptaron hacer.
“El club está por encima de los ídolos, los dirigentes y el cuerpo técnico”, avisó Daniel Angelici, presidente de Boca. Riquelme recogió el guante y acordó su partida al “bicho” que jugará en la B Nacional. Podría haberlo hecho en otro club, pero claro, lo hizo ahí para generar más problemas al club que dice amar.